La "zona de confort térmico" se refiere a un rango de condiciones ambientales en las que las personas se sienten cómodas en términos de temperatura. Estas condiciones se encuentran dentro de un rango de temperaturas en el que las personas no sienten ni calor excesivo ni frío extremo, y suelen ser las más adecuadas para llevar a cabo actividades cotidianas con comodidad.
La percepción de la temperatura y la comodidad térmica varían de persona a persona y está influenciada por varios factores, como la edad, el sexo, la actividad física, la humedad relativa y la vestimenta. Sin embargo, en términos generales, se puede establecer un rango de temperaturas que se considera típico para la "zona de confort térmico".
La "zona de confort térmico" suele ubicarse en un rango de temperaturas que oscila entre aproximadamente 20 °C (68 °F) y 24 °C (75 °F) en interiores. Este rango se considera adecuado para la mayoría de las personas en situaciones normales. Temperaturas fuera de este rango pueden resultar incómodas y afectar negativamente la productividad y el bienestar.
Es importante tener en cuenta que la percepción de la comodidad térmica puede variar según factores individuales y culturales. Algunas personas pueden preferir temperaturas más cálidas o más frías que el rango típico de confort, y las preferencias pueden cambiar con las estaciones y las actividades.
En entornos de trabajo y diseño de edificios, la consideración de la zona de confort térmico es importante para garantizar un entorno interior agradable para los ocupantes. Los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado (HVAC) se diseñan para mantener las temperaturas dentro de este rango siempre que sea posible. La norma internacional ISO 7730 proporciona pautas para evaluar y mantener la comodidad térmica en los edificios.