La exposición a plaguicidas, particularmente a los del grupo de organofosforados y carbamatos, representa un riesgo ocupacional de gran relevancia en el sector agrícola, control de vectores y manejo de plagas urbanas. Estos compuestos actúan como inhibidores de la colinesterasa, una enzima esencial para el correcto funcionamiento del sistema nervioso. La inhibición prolongada o aguda de esta enzima provoca la acumulación de acetilcolina en las terminaciones nerviosas, desencadenando una estimulación excesiva de músculos, glándulas y sistema nervioso central.
El monitoreo periódico de la actividad colinesterasa en trabajadores expuestos se considera una medida clave en programas de vigilancia médica ocupacional. Esta práctica permite detectar alteraciones antes de la aparición de síntomas clínicos, facilitando intervenciones preventivas que pueden salvar vidas, mejorar las condiciones de trabajo y reducir la carga de enfermedad ocupacional asociada al uso de plaguicidas.
Existen dos tipos principales de colinesterasa relevantes en el monitoreo biológico:
Acetilcolinesterasa (AChE): localizada en glóbulos rojos y terminaciones nerviosas, responsable de hidrolizar la acetilcolina.
Butirilcolinesterasa (BChE): presente en plasma, actúa como reserva y se inhibe más rápidamente ante exposición a plaguicidas.
Los plaguicidas organofosforados inhiben la colinesterasa de forma irreversible, mientras que los carbamatos lo hacen de forma reversible. Esta diferencia es crucial en la recuperación del trabajador: en intoxicaciones por carbamatos, la enzima puede regenerarse en horas o días; en intoxicaciones por organofosforados, la recuperación depende de la síntesis de nueva enzima, proceso que puede tardar semanas.
Detectar exposición subclínica antes de la aparición de signos y síntomas de intoxicación.
Prevenir intoxicaciones agudas suspendiendo temporalmente a trabajadores con niveles inhibidos.
Evaluar la efectividad de las medidas de control (EPP, ventilación, prácticas seguras).
Cumplir con requisitos normativos y evitar sanciones.
Generar registros históricos que permitan identificar tendencias y riesgos recurrentes.
El método más utilizado a nivel mundial es el colorimétrico de Ellman, basado en la medición espectrofotométrica de un producto coloreado resultante de la acción de la colinesterasa sobre un sustrato sintético. También se emplean técnicas cinéticas automáticas y pruebas rápidas de campo, aunque estas últimas tienen menor precisión.
El proceso incluye:
Toma de muestra sanguínea en condiciones estandarizadas.
Determinación de valores basales (previo a la temporada de exposición).
Comparación de valores durante la exposición.
Interpretación con base en porcentajes de inhibición:
Inhibición del 20-30 %: vigilancia reforzada.
Inhibición del 30-50 %: retiro temporal de la exposición
Inhibición >50 %: retiro inmediato y atención médica urgente.
Síntomas leves: cefalea, mareos, visión borrosa, sudoración excesiva, náuseas.
Síntomas moderados: debilidad muscular, dificultad para respirar, calambres abdominales.
Síntomas graves: convulsiones, pérdida de conciencia, paro respiratorio.
Los efectos crónicos por exposición repetida incluyen alteraciones neurológicas, problemas de memoria, cambios de humor y neuropatías periféricas.
El monitoreo de colinesterasa debe formar parte de un programa integral de salud ocupacional, que incluya:
Capacitación sobre riesgos de plaguicidas y síntomas de intoxicación.
Uso correcto de equipo de protección personal (guantes, respiradores, ropa impermeable).
Procedimientos seguros de almacenamiento, mezcla y aplicación.
Rotación de personal para reducir tiempo de exposición.
Registro y análisis periódico de resultados de colinesterasa.
El estudio de la colinesterasa es una herramienta clave para la protección de la salud de los trabajadores expuestos a plaguicidas. Su correcta implementación permite prevenir intoxicaciones graves, reducir la morbilidad laboral y cumplir con las obligaciones legales en materia de seguridad y salud en el trabajo. Un programa bien estructurado, basado en valores basales y mediciones periódicas, debe complementarse con medidas de prevención, control y educación para lograr una protección efectiva y sostenible.