Los nanomateriales representan una de las innovaciones más disruptivas de la ciencia y la ingeniería en las últimas décadas. Definidos como materiales que poseen al menos una dimensión en la escala de 1 a 100 nanómetros, tienen propiedades únicas derivadas de su tamaño extremadamente pequeño, como mayor área superficial, reactividad química incrementada, resistencia mecánica superior o cambios en la conductividad térmica y eléctrica. Estas características los convierten en recursos de alto valor para múltiples sectores industriales, aunque al mismo tiempo plantean nuevos desafíos en materia de salud y seguridad ocupacional.
En el ámbito industrial, los nanomateriales se utilizan de forma creciente en sectores como la medicina (sistemas de liberación controlada de fármacos, imágenes biomédicas, sensores de diagnóstico), la energía (nanomateriales en baterías de litio, paneles solares de alta eficiencia), la construcción (cementos y concretos con nanopartículas de óxidos metálicos que mejoran la durabilidad), la electrónica (nanotransistores, pantallas más delgadas, chips más potentes) y la industria textil (telas con propiedades antimicrobianas y repelentes al agua). También han adquirido gran relevancia en la remediación ambiental, gracias a nanopartículas que capturan metales pesados, filtran contaminantes del aire o degradan sustancias tóxicas en aguas residuales.
Sin embargo, las mismas propiedades que hacen a los nanomateriales tan útiles generan riesgos emergentes para la salud de los trabajadores que los manipulan. Por su tamaño nanométrico, estas partículas pueden penetrar barreras biológicas con facilidad, ingresar al sistema respiratorio y alcanzar los alveolos pulmonares, o incluso atravesar membranas celulares y la barrera hematoencefálica. La exposición ocupacional se asocia con efectos como inflamación pulmonar, fibrosis, estrés oxidativo, alteraciones en el sistema inmunológico y posibles efectos cancerígenos, aunque la evidencia científica aún está en desarrollo. Además, los nanomateriales pueden liberarse al ambiente durante procesos de producción, uso y disposición final, generando riesgos ecológicos por bioacumulación y toxicidad en organismos acuáticos.
En el plano regulatorio, diversos organismos internacionales han emitido lineamientos. La Unión Europea, a través de REACH (Registration, Evaluation, Authorisation and Restriction of Chemicals), exige que los nanomateriales sean registrados como sustancias específicas, reconociendo sus propiedades diferenciadas frente a sus equivalentes macroscópicos. La NIOSH (National Institute for Occupational Safety and Health, EE.UU.) ha publicado documentos de control de exposición, que incluyen medidas como ventilación local, cabinas cerradas y uso de respiradores de alta eficiencia. La ISO (International Organization for Standardization), por su parte, ha emitido normas técnicas como la ISO/TR 13121:2011 para la evaluación de riesgos de nanomateriales y la ISO/TS 12901-2:2014, que establece buenas prácticas de protección laboral.
En México, aún no existe una Norma Oficial Mexicana (NOM) específica para nanomateriales, pero varias regulaciones pueden aplicarse indirectamente. La NOM-010-STPS-2014, Agentes químicos contaminantes en el ambiente laboral establece límites de exposición ocupacional para sustancias químicas, lo que abre la posibilidad de integrar criterios específicos para nanomateriales conforme avance la evidencia científica. Asimismo, la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) y la NOM-052-SEMARNAT-2005 sobre residuos peligrosos pueden aplicarse al manejo de desechos que contengan nanopartículas con propiedades tóxicas. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y la SEMARNAT han participado en foros internacionales sobre seguridad en nanotecnología, aunque el marco nacional todavía se encuentra en construcción.
Ante este panorama, las empresas que utilizan nanomateriales deben aplicar un enfoque de precaución y control preventivo, incluso en ausencia de normas locales específicas. Las medidas de seguridad incluyen: monitoreo ambiental en áreas de trabajo, ventilación por extracción localizada, manipulación en cabinas cerradas, uso de filtros HEPA, capacitación al personal y provisión de equipos de protección personal como respiradores N95/N100, guantes y batas desechables. Asimismo, se recomienda llevar un registro de trabajadores expuestos y realizar vigilancia médica periódica para detectar efectos tempranos en salud.
En conclusión, los nanomateriales ofrecen oportunidades transformadoras en múltiples industrias, pero también plantean retos inéditos para la seguridad ocupacional y la protección ambiental. México cuenta con normas generales que permiten un marco de acción inicial, pero resulta necesario desarrollar regulaciones específicas que contemplen los riesgos particulares de estas sustancias. Integrar los criterios internacionales de la UE, NIOSH e ISO permitirá avanzar hacia un uso seguro y responsable de la nanotecnología, equilibrando innovación con salud y sostenibilidad.