El Anexo Informativo F de la NFPA 70E proporciona una guía completa sobre la evaluación y el control del riesgo en el ámbito de la seguridad eléctrica y ocupacional. Aunque no es un requisito obligatorio, ofrece un marco de referencia basado en la gestión de riesgos definida en la norma ISO 31000:2009, aplicable a cualquier tipo de organización. La gestión del riesgo se concibe como un proceso lógico y sistemático que permite identificar, analizar y tratar los riesgos presentes en las actividades, procesos o productos. Sus principios fundamentales incluyen la integración con la toma de decisiones, el uso de información confiable, la consideración de factores humanos y culturales, y la mejora continua de la organización.
En el ámbito de la salud y seguridad ocupacional (OHS), la gestión del riesgo se orienta a alcanzar la ausencia de daños a la salud o lesiones. En este contexto, los peligros son las fuentes de riesgo que deben identificarse, evaluarse y controlarse. El proceso incluye tres etapas clave: la identificación de peligros, el análisis de riesgos —que combina la probabilidad y la severidad del daño—, y la evaluación del riesgo, que determina si las medidas de control son suficientes o si se requiere un tratamiento adicional. Este enfoque estructurado permite mantener condiciones de trabajo seguras y prevenir accidentes derivados de fallas eléctricas o prácticas inseguras.
El anexo también destaca la relación entre la gestión del riesgo y los Sistemas de Gestión de Salud y Seguridad Ocupacional (OHSMS). La integración de la evaluación de riesgos en el ciclo Planear-Hacer-Controlar-Actuar (PHCA) asegura que las organizaciones adopten una estrategia dinámica de mejora continua. En la fase de planificación se recopila información proveniente de inspecciones, incidentes y evaluaciones previas, mientras que en la fase de ejecución se aplican las medidas correctivas necesarias. Este proceso iterativo garantiza que los riesgos sean monitoreados, revisados y actualizados conforme cambian las condiciones laborales.
Una parte esencial del anexo es la jerarquía de control de riesgos, que establece un orden de efectividad en las medidas preventivas. En primer lugar se encuentra la eliminación del peligro; si esto no es posible, se recurre a la sustitución por medios menos peligrosos, seguida por los controles de ingeniería, que buscan aislar al trabajador de la fuente del riesgo. Posteriormente, se aplican controles administrativos, como procedimientos y capacitación, y finalmente el uso de equipo de protección personal (EPP), que constituye la última barrera ante la exposición a riesgos eléctricos o de arco.
El documento también diferencia entre dos tipos de evaluaciones: la evaluación de riesgos basada en el peligro, enfocada en identificar y caracterizar los peligros inherentes a materiales, procesos o entornos laborales, y la evaluación basada en tareas, que descompone un trabajo en actividades específicas para identificar los peligros asociados a cada una. Ambas metodologías permiten priorizar acciones de control y diseñar medidas de prevención adaptadas a las condiciones reales del trabajo eléctrico, lo que resulta especialmente útil durante la fase de diseño o adquisición de equipos.
Finalmente, el anexo presenta diversos métodos de evaluación del riesgo, entre los que destacan la lluvia de ideas, las listas de verificación y las matrices de evaluación. Estas herramientas facilitan la cuantificación del riesgo y la toma de decisiones preventivas de manera colaborativa y documentada. En conjunto, la NFPA 70E —a través de este anexo— refuerza una cultura de seguridad basada en la gestión proactiva del riesgo, en la aplicación sistemática de controles jerárquicos y en la constante revisión de las condiciones eléctricas del entorno laboral