El término "ototóxico" se refiere a cualquier sustancia química o fármaco que puede causar daño al oído interno, resultando en pérdida de audición (hipoacusia), problemas del equilibrio (vestibulopatías) o ambos. Este daño puede ser temporal o permanente, dependiendo de la dosis y la duración de la exposición a la sustancia, así como de la susceptibilidad individual de la persona. Los ototóxicos pueden afectar a los órganos auditivos (cóclea) y vestibulares (sistema del equilibrio) del oído interno.
Este artículo ofrece una visión general del daño auditivo inducido por ototóxicos, dirigido tanto a la población general como a profesionales de la salud, y abarca las causas, mecanismos, efectos, diagnóstico, prevención y tratamiento.
Los ototóxicos son sustancias químicas que, al ingresar al cuerpo, pueden dañar el oído interno, afectando la cóclea, responsable de la audición, y el sistema vestibular, encargado del equilibrio. Estas sustancias pueden incluir ciertos medicamentos, como antibióticos, diuréticos y quimioterápicos, además de toxinas presentes en el ambiente, como solventes industriales o metales pesados.
A continuación se enumeran algunos de los fármacos y sustancias más comúnmente asociados con la ototoxicidad:
Antibióticos aminoglucósidos: Gentamicina, tobramicina y estreptomicina, entre otros, son conocidos por causar daño auditivo y vestibular, especialmente con exposiciones prolongadas o en dosis elevadas.
Quimioterápicos: El cisplatino y carboplatino, comúnmente utilizados en el tratamiento de cáncer, tienen un alto riesgo de causar pérdida auditiva permanente.
Diuréticos de asa: Medicamentos como la furosemida pueden causar ototoxicidad temporal, especialmente cuando se administran en dosis altas o en combinación con otros ototóxicos.
Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs): El uso prolongado de AINEs como la aspirina y el ibuprofeno puede afectar temporalmente la audición en algunos casos.
Metales pesados: La exposición a mercurio, plomo y arsénico en entornos industriales ha sido vinculada a daños auditivos.
Solventes industriales: Sustancias como el tolueno, xileno y estireno, utilizados en diversas industrias, también pueden causar ototoxicidad, tanto auditiva como vestibular.
El daño provocado por los ototóxicos ocurre principalmente en las células ciliadas del oído interno. Estas células sensoriales en la cóclea son responsables de convertir las vibraciones sonoras en impulsos nerviosos que son enviados al cerebro. Los ototóxicos pueden dañar o destruir estas células, impidiendo la correcta transmisión del sonido.
En cuanto al sistema vestibular, que controla el equilibrio, los ototóxicos pueden dañar las células sensoriales de los canales semicirculares y el vestíbulo, estructuras que detectan los movimientos de la cabeza y la posición corporal. Esto provoca problemas de equilibrio, mareos y vértigo.
La hipoacusia inducida por ototóxicos suele comenzar en las frecuencias más altas del espectro auditivo, lo que significa que al principio puede no ser notada por el paciente. Los primeros síntomas incluyen dificultad para escuchar tonos agudos, como el timbre del teléfono o voces de niños. A medida que el daño avanza, las frecuencias más bajas también se ven afectadas, lo que resulta en una pérdida auditiva más generalizada.
Tipos de hipoacusia:
Hipoacusia temporal: En algunos casos, la pérdida auditiva es reversible si se suspende el uso del ototóxico.
Hipoacusia permanente: Si el daño es severo o prolongado, puede ser irreversible, lo que conduce a una pérdida auditiva permanente.
Las vestibulopatías son trastornos que afectan el sistema vestibular, provocando síntomas relacionados con el equilibrio. Los pacientes con daño vestibular inducido por ototóxicos pueden experimentar:
Vértigo: Una sensación de que todo a su alrededor está girando o de que ellos mismos están girando.
Mareo: Sensación de inestabilidad o desmayo.
Problemas de equilibrio: Dificultad para mantenerse de pie o caminar, especialmente en la oscuridad o en superficies irregulares.
Nistagmo: Movimiento involuntario de los ojos que puede acompañar el vértigo.
Al igual que con la hipoacusia, las vestibulopatías pueden ser temporales o permanentes, dependiendo de la gravedad del daño y del tiempo de exposición al ototóxico.
El diagnóstico temprano de la ototoxicidad es crucial para prevenir daños permanentes en la audición y el equilibrio. Los profesionales de la salud deben monitorear cuidadosamente a los pacientes que reciben medicamentos ototóxicos o que están expuestos a sustancias ototóxicas. Las pruebas diagnósticas incluyen:
Audiometría: Es la prueba de audición estándar que mide la capacidad del paciente para escuchar sonidos en diferentes frecuencias. Se usa para detectar hipoacusia en frecuencias altas, que es típica en el daño ototóxico inicial.
Pruebas vestibulares: Estas pruebas evalúan el funcionamiento del sistema vestibular y pueden incluir pruebas de equilibrio y de movimiento ocular, como el electronistagmograma (ENG) o el videonistagmograma (VNG).
Otoemisiones acústicas: Este examen mide las respuestas de las células ciliadas en la cóclea y puede detectar daños en etapas muy tempranas, incluso antes de que la pérdida auditiva sea evidente.
La prevención es la clave para minimizar el riesgo de daño auditivo o vestibular por ototóxicos. Algunas estrategias incluyen:
Monitoreo auditivo regular: Las personas que toman medicamentos ototóxicos deben someterse a pruebas auditivas periódicas para detectar signos tempranos de daño.
Uso cuidadoso de medicamentos: Siempre debe evaluarse la relación riesgo-beneficio antes de administrar fármacos ototóxicos, especialmente en pacientes con otros factores de riesgo para la pérdida auditiva.
Reducir la exposición a ototóxicos ambientales: Las personas que trabajan en entornos con solventes industriales o metales pesados deben usar equipos de protección adecuados, como tapones para los oídos y respiradores, y ser monitoreados regularmente por un profesional de la salud.
Una vez que se detecta el daño ototóxico, el primer paso es suspender la exposición a la sustancia responsable, si es posible. En algunos casos, esto puede prevenir un mayor daño y permitir la recuperación parcial de la función auditiva o vestibular.
Rehabilitación auditiva: Para aquellos con pérdida auditiva permanente, el uso de audífonos o implantes cocleares puede ayudar a mejorar la calidad de vida.
Terapia vestibular: Los pacientes con vestibulopatías pueden beneficiarse de la fisioterapia vestibular, que está diseñada para mejorar el equilibrio y reducir los síntomas de vértigo.
El daño auditivo y vestibular inducido por ototóxicos es un riesgo significativo, especialmente para quienes reciben tratamiento con ciertos fármacos o están expuestos a sustancias tóxicas en su entorno. La conciencia sobre los riesgos y la detección temprana son esenciales para prevenir la pérdida permanente de audición y el desequilibrio. Los profesionales de la salud deben estar atentos a los signos de ototoxicidad en sus pacientes, mientras que el público general debe ser consciente de la importancia de proteger su salud auditiva en entornos industriales o durante tratamientos médicos prolongados.