Un constituyente tóxico es cualquier sustancia química presente en un residuo o material que, al entrar en contacto con el medio ambiente o los seres vivos, puede causar efectos adversos a la salud humana, flora, fauna o ecosistemas. Estos constituyentes pueden tener diferentes formas y comportamientos, y su toxicidad puede manifestarse por inhalación, ingestión, absorción cutánea o mediante la contaminación del suelo, agua o aire.
En el contexto de la NOM-052-SEMARNAT-2005, los constituyentes tóxicos son aquellos que, cuando se encuentran presentes en residuos, pueden convertirlos en residuos peligrosos. Estos residuos se someten a pruebas de toxicidad para determinar si contienen alguno de estos constituyentes en concentraciones que representen un riesgo para el medio ambiente o la salud pública. La norma establece los límites y procedimientos para identificar los residuos que contienen constituyentes tóxicos y asegurar que sean manejados de manera adecuada para evitar daños.
Algunos ejemplos de constituyentes tóxicos incluyen:
Metales pesados como plomo, mercurio, cadmio y arsénico.
Compuestos orgánicos tóxicos como pesticidas, solventes, bifenilos policlorados (BPCs), entre otros.
Sustancias corrosivas o reactivas que pueden generar productos tóxicos secundarios.
Estos constituyentes son regulados porque, si no se gestionan adecuadamente, pueden dispersarse en el ambiente y causar daños irreversibles a los ecosistemas y la salud humana.