Los bifenilos policlorados (PCB) son una familia de compuestos orgánicos sintéticos formados por dos anillos de benceno unidos entre sí, con varios átomos de cloro sustituidos en diferentes posiciones de estos anillos. Existen 209 posibles combinaciones o congéneres de PCB, dependiendo del número y la ubicación de los átomos de cloro. Los PCB fueron ampliamente utilizados debido a sus propiedades físicas y químicas, como su estabilidad térmica, resistencia a la corrosión y capacidad de aislamiento eléctrico.
Los PCB se produjeron masivamente a partir de la década de 1930 hasta que su fabricación fue prohibida en la mayoría de los países en la década de 1970 debido a sus riesgos para la salud y el medio ambiente. Antes de su prohibición, los PCB se emplearon en una variedad de productos industriales y comerciales, incluyendo:
Aceites dieléctricos: Utilizados en transformadores y condensadores eléctricos por su capacidad para resistir altas temperaturas sin degradarse.
Plásticos y recubrimientos: Los PCB se añadían a plásticos y pinturas para mejorar su durabilidad y resistencia.
Lubricantes y fluidos hidráulicos: Su estabilidad química y térmica los hacía adecuados para su uso en equipos industriales.
Aislantes térmicos: Utilizados en equipos eléctricos y productos que requerían resistencia al calor.
Los PCB se consideran peligrosos tanto para los seres humanos como para el medio ambiente debido a su persistencia y capacidad de bioacumulación. Estos compuestos son lipofílicos, lo que significa que se almacenan fácilmente en los tejidos grasos de los seres vivos, acumulándose a lo largo de la cadena alimentaria.
La exposición a PCB puede ocurrir a través del aire, el agua, el suelo contaminado y los alimentos, especialmente los productos animales con alto contenido de grasa, como el pescado y la carne. Los efectos adversos para la salud asociados con la exposición a PCB incluyen:
Efectos en el sistema inmunológico: Los PCB pueden debilitar la respuesta inmunitaria, aumentando la susceptibilidad a infecciones.
Toxicidad hepática: Pueden causar daño hepático y afectar la función normal del hígado.
Cáncer: La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado los PCB como cancerígenos para los humanos. Se ha encontrado una relación con el cáncer de hígado, piel y posiblemente otros tipos de cáncer.
Efectos neurotóxicos: La exposición a PCB en el útero y en la primera infancia puede afectar el desarrollo del cerebro, provocando problemas de aprendizaje, memoria y comportamiento.
Trastornos endocrinos: Los PCB pueden alterar la función hormonal, afectando la reproducción y el desarrollo, ya que imitan o interfieren con las hormonas naturales del cuerpo.
Los PCB son extremadamente persistentes en el medio ambiente debido a su baja degradabilidad, lo que significa que pueden permanecer en el suelo, el agua y los sedimentos durante décadas. Estos compuestos tienden a bioacumularse en organismos vivos, lo que aumenta su concentración a medida que se asciende en la cadena alimentaria, afectando gravemente a la vida silvestre y los ecosistemas acuáticos.
Contaminación del agua: Los PCB pueden filtrarse a cuerpos de agua desde sitios industriales o desechos mal gestionados, afectando la vida acuática.
Bioacumulación en animales: Se ha observado que los PCB se acumulan en los peces, aves y mamíferos, lo que puede tener efectos tóxicos, incluyendo la reducción de la fertilidad y el debilitamiento del sistema inmunológico.
A medida que se comprendieron mejor los riesgos asociados con los PCB, muchos países implementaron regulaciones para limitar su producción, uso y eliminación.
Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (2001): Los PCB fueron incluidos en la lista de contaminantes orgánicos persistentes (COP), lo que llevó a la prohibición de su producción y uso en muchos países, así como al desarrollo de planes de acción para su eliminación segura.
Convenio de Basilea: Regula el movimiento transfronterizo de desechos peligrosos, incluidos los PCB, asegurando que su disposición sea gestionada de manera segura.
Agencia de Protección Ambiental (EPA): La producción y el uso de PCB fueron prohibidos en los Estados Unidos en 1979 bajo la Ley de Control de Sustancias Tóxicas (TSCA). Sin embargo, los PCB todavía se encuentran en equipos antiguos y sitios industriales contaminados, que están regulados por la EPA para garantizar su eliminación segura.
Directiva 96/59/EC: Esta directiva de la Unión Europea establece normas para la eliminación de PCB y PCT (policloruro de terfenilo), obligando a los estados miembros a identificar y eliminar todos los equipos que contienen PCB.
NOM-133-SEMARNAT-2000: Regula la eliminación de PCB en equipos eléctricos en desuso, estableciendo límites para su almacenamiento y manejo adecuado, así como criterios para su disposición final.
Dada la toxicidad de los PCB, su gestión y eliminación requieren procesos altamente controlados y seguros. Los métodos más comunes incluyen:
Incineración a alta temperatura: La destrucción térmica en hornos especializados a temperaturas superiores a los 1200 °C es uno de los métodos más seguros para eliminar los PCB.
Descontaminación de suelos y aguas: Los suelos contaminados por PCB pueden ser tratados mediante tecnologías como la biorremediación o la solidificación/estabilización, mientras que los cuerpos de agua requieren procesos de filtración o incineración de lodos.
Encapsulación y almacenamiento seguro: En algunos casos, los PCB se encapsulan en materiales sólidos y se almacenan en vertederos controlados que cumplen con estrictas regulaciones de seguridad.
Los bifenilos policlorados (PCB) fueron compuestos útiles en diversas aplicaciones industriales debido a su estabilidad química, pero su persistencia en el medio ambiente y sus efectos adversos para la salud humana y la vida silvestre llevaron a su prohibición y regulación estricta en todo el mundo. A pesar de que su producción ha sido prohibida, los PCB todavía se encuentran en equipos antiguos y sitios contaminados, lo que requiere una gestión continua para asegurar su eliminación segura y evitar riesgos ambientales y de salud.