La seguridad radiológica no se sostiene solo en blindajes, dosimetría y procedimientos: también depende de una semiótica clara que advierta, sin ambigüedades, dónde existe un peligro y qué conducta adoptar. En ese eje, la ISO 361 y la ISO 21482 funcionan como un binomio complementario: la primera fija el símbolo básico de radiación ionizante —el trébol radioactivo— para señalar la presencia real o potencial de radiación; la segunda introduce un símbolo suplementario de advertencia para fuentes selladas de alta actividad, diseñado para inducir rechazo inmediato y huida. Esta dualidad, lejos de redundante, responde a públicos y contextos distintos dentro de una misma arquitectura de prevención.
ISO 361:1975 estandariza la figura y proporciones del trébol, así como su aplicación y restricciones. Su función es inequívoca: indicar que en un equipo, un recinto o un documento hay radiación ionizante o la posibilidad de encontrarla, sin pretender graduar niveles ni describir escenarios de exposición. Ese carácter “omnibus” explica su ubicuidad —desde aceleradores lineales hasta depósitos de desechos— y su vigencia como lengua franca entre profesionales. Pero también revela un límite: el símbolo, por sí mismo, no guía a personas no entrenadas sobre qué hacer ante una fuente peligrosa hallada fuera de control.
Para atender ese vacío perceptivo-conductual, ISO 21482:2007 define un símbolo suplementario específico para fuentes selladas de alto nivel, cuya manipulación puede causar lesiones graves o la muerte. No sustituye al trébol de ISO 361: lo complementa cuando la prioridad es desalentar el acercamiento y la manipulación por parte del público no especializado (por ejemplo, si alguien encuentra un encapsulado fuera de su blindaje). La norma se gestó en un proyecto conjunto ISO–IAEA tras analizar incidentes con “fuentes huérfanas”, y su propósito expreso es reducir accidentes por exposición accidental mediante un mensaje gráfico más intuitivo y aversivo.
Esta distinción operativa importa. El trébol de ISO 361 cumple una función informativa universal orientada a profesionales y ambientes controlados: permite identificar áreas, equipos, contenedores y documentación donde rige la cultura ALARA y los controles administrativos. El símbolo de ISO 21482 tiene una función conductual inmediata: está pensado para colocarse directamente en la fuente o muy cerca de ella cuando existe el riesgo de contacto inadvertido; su diseño busca provocar “no tocar/alejarse”, una reacción preventiva en quien no comprende la abstracción del trébol. Integrar ambos signos en políticas y procedimientos evita falsas expectativas: el público reconoce el peligro y, a la vez, el personal técnico conserva la señalización profesional estandarizada.
La ISO 361 menciona, respecto a la aplicación del símbolo: "El símbolo deberá ser tan prominente como sea práctico y de un tamaño acorde con el tamaño del equipo o material al que se fija o fija, siempre que se mantengan las proporciones mostradas en la figura y que, en cualquier caso, el símbolo pueda leerse desde una distancia segura. El símbolo básico de la radiación ionizante podrá ir acompañado de símbolos o palabras adicionales, cuando corresponda." Y respecto a sus restricciones "Se podrá utilizar una redacción u otros símbolos apropiados junto con el símbolo básico de radiación ionizante para indicar la naturaleza de la fuente de radiación, el tipo de radiación, los límites de ocupación e información de precaución similar, pero sin menoscabar la claridad del símbolo básico. Se recomienda que los símbolos adicionales se limiten a aquellos adoptados por organizaciones internacionales para fines específicos."
Por su parte, la norma de ISO 21482, señala que: "cuando sea posible, el símbolo debe ubicarse directamente en el blindaje de la fuente y debajo de las cubiertas del dispositivo, de forma que no sea visible durante el uso normal, pero sí lo sea si alguien intenta desmontarlo. Si el dispositivo no tiene cubierta, el símbolo debe ubicarse en la carcasa exterior, en un lugar discreto y claramente visible antes del desmontaje, pero no durante el uso normal (por ejemplo, cerca del punto de acceso a la fuente). El símbolo no debe ubicarse en las superficies externas de embalajes de transporte, contenedores de carga, medios de transporte ni en las puertas de acceso a edificios."
En términos de gestión, la correcta selección, ubicación y mantenimiento de estas señales debe alinearse con análisis de riesgo, inventarios de fuentes, rutas de acceso y planes de emergencia. Capacitar al personal para explicar al público por qué conviven dos símbolos y dónde va cada uno incrementa la eficacia del sistema de comunicación. Finalmente, auditar la señalización con criterios de legibilidad, contraste, durabilidad y coherencia documental fortalece la trazabilidad regulatoria y cierra brechas entre la seguridad “dura” (blindajes, interlocks) y la seguridad “blanda” (conducta y comprensión). El resultado es una cultura preventiva más robusta, donde ISO 361 establece el lenguaje común del riesgo y ISO 21482 añade la gramática del alejamiento inmediato en escenarios de alto peligro.
En síntesis, pensar estas normas como un sistema —y no como piezas aisladas— ayuda a traducir la radio-protección del plano técnico al comportamiento humano. Cuando la señal correcta está en el lugar correcto, y el público entiende qué significa y qué hacer, la probabilidad de un incidente disminuye, y el tiempo de respuesta mejora. La estandarización no es un mero formalismo: es una tecnología social que salva vidas.