La gestión segura de sustancias químicas requiere de un sistema de comunicación de riesgos claro, estandarizado y eficaz. En este contexto, dos marcos normativos de alcance internacional confluyen: el Sistema Globalmente Armonizado de Clasificación y Etiquetado de Productos Químicos (SGA) y las regulaciones de transporte de mercancías peligrosas, basadas en los Reglamentos Modelo de las Naciones Unidas y normas específicas como el ADR en Europa o la NOM-011-SCT-2-2022 en México. Ambos sistemas persiguen objetivos complementarios, pero no idénticos: mientras el SGA está orientado a la protección de los trabajadores y usuarios en cualquier etapa del ciclo de vida del químico, las etiquetas de transporte buscan una identificación inmediata de riesgos durante el traslado y manipulación de bultos en la cadena logística.
Propósito y diferencias fundamentales
El SGA se centra en comunicar los peligros físicos, para la salud y para el ambiente, mediante pictogramas, frases de advertencia y consejos de prudencia. Por su parte, el etiquetado de transporte utiliza etiquetas de gran tamaño, colores específicos y códigos numéricos para garantizar que los operadores logísticos y los cuerpos de emergencia reconozcan rápidamente el tipo de riesgo (inflamable, tóxico, corrosivo, explosivo, etc.). La diferencia más significativa radica en el enfoque de cada sistema: el SGA protege en el uso cotidiano, mientras que el transporte prioriza la gestión de emergencias en carretera, mar, aire o ferrocarril.
Compatibilidad y lineamientos internacionales
Los organismos internacionales reconocen que en muchas ocasiones los envases o embalajes pueden requerir ambos tipos de etiquetas. Sin embargo, no se recomienda “fusionar” los elementos en una sola etiqueta, ya que esto puede causar confusión. En su lugar, se permite y se alienta la coexistencia de ambos sistemas en el mismo envase, siempre y cuando se respeten principios de diferenciación:
Las etiquetas de transporte deben colocarse en una zona distinta de la etiqueta SGA, aunque pueden situarse junto a ella para facilitar la visibilidad.
El pictograma del SGA no debe repetirse si ya existe una etiqueta de transporte que cubra el mismo peligro. Por ejemplo, si un bulto lleva una etiqueta de transporte de “líquido inflamable”, no es necesario añadir el pictograma de llama del SGA para el mismo riesgo.
El tamaño también ayuda a la diferenciación: las etiquetas de transporte suelen ser más grandes, mientras que los pictogramas SGA se ajustan al tamaño proporcional del texto de la etiqueta informativa.
Beneficios de mantener ambos sistemas
La aplicación simultánea de ambos esquemas de etiquetado brinda beneficios importantes. Para los trabajadores en planta o en almacenes, la etiqueta SGA ofrece detalles sobre riesgos crónicos, toxicidad a largo plazo o efectos ambientales. Para transportistas y brigadas de emergencia, la etiqueta de transporte facilita una respuesta inmediata en caso de derrame, incendio o accidente en la vía pública. De esta manera, se cubre un espectro integral de riesgos, evitando que la información quede incompleta.
El SGA nos establece los siguientes requisitos para combinar ambas regulaciones en el etiquetado:
a) Cuando un embalaje o envase sencillo muestre información relacionada con el transporte o con otros ámbitos del SGA, se debe procurar que los elementos de la etiqueta estén organizados de forma que cumplan con los requerimientos de cada sector. El pictograma del SGA no se repite en la etiqueta si ya existe una etiqueta de transporte que indique el mismo peligro (véase 1.4.10.5.1).
b) Las etiquetas de transporte deben brindar información inmediata en caso de emergencia, por lo que deben ser visibles a distancia, incluso en condiciones adversas como humo u obstrucciones parciales del bulto.
c) Las etiquetas de transporte deben diferenciarse claramente en su diseño de los pictogramas destinados a usos distintos del transporte, para evitar confusiones. d) Las etiquetas de transporte deben colocarse en un lugar distinto al de la etiqueta del SGA para facilitar su identificación, aunque también pueden situarse junto a los demás elementos informativos del SGA en el envase o embalaje.
e) Los pictogramas pueden distinguirse por su tamaño. En general, los que no se emplean para transporte deben guardar proporción con el texto de la etiqueta y suelen ser más pequeños que los de transporte, sin que esto afecte su claridad ni comprensión.
A continuación, se muestra un ejemplo ilustrativo de cómo podría lucir una etiqueta de este tipo para un producto químico envasado en un bidón de 200 litros, destinado tanto a transporte como a uso laboral.
Este modelo no pretende cubrir todos los requisitos que puedan establecerse en la legislación nacional aplicable al SGA ni toda la información adicional que pueda incluirse de manera voluntaria (como “Instrucciones de uso” o “Peso de llenado”) o exigida por las autoridades competentes, sino que se limita a la información básica prevista en la sección 1.4.10.