En agosto de 2018, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) elevó la clasificación de los humos de soldadura y la radiación ultravioleta generada durante estos procesos al Grupo 1, es decir, agentes cancerígenos para los humanos. Este cambio, publicado en la Monografía Volumen 118, representa un hito importante en la salud ocupacional, ya que anteriormente, en 1989, los humos de soldadura se consideraban solo “posiblemente cancerígenos” (Grupo 2B). Según la IARC, existe evidencia suficiente para asociar los humos de soldadura con cáncer de pulmón y posibles vínculos con cáncer renal, mientras que la radiación ultravioleta se relaciona con el desarrollo de melanoma ocular.
La decisión de reclasificar estos agentes no fue arbitraria; se basó en nuevas investigaciones y estudios epidemiológicos que demostraron un riesgo mayor al previamente estimado. En estos estudios se descartó que factores como el tabaquismo o la exposición al asbesto fueran responsables del exceso de casos observados, lo que fortaleció la evidencia de causalidad directa con la exposición a humos y radiación de soldadura. La IARC, organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), reafirmó así su compromiso con la investigación científica de las causas ambientales del cáncer.
Ante esta nueva evidencia, se refuerza la importancia de implementar controles de exposición adecuados en los lugares donde se realizan trabajos de soldadura. La ventilación por extracción local, la evaluación de higiene industrial y el uso de protección respiratoria adecuada son medidas esenciales para minimizar la inhalación de humos metálicos. En ciertos casos, el uso de sistemas de purificación de aire motorizados (PAPR) o equipos de suministro de aire puede ser necesario para garantizar una protección suficiente ante concentraciones elevadas de contaminantes.
Asimismo, se recomienda optimizar los procesos de soldadura mediante el cambio de procedimientos o materiales que reduzcan la generación de humos sin comprometer la calidad del trabajo. La gestión preventiva debe ser dinámica y adaptativa, considerando tanto las condiciones de exposición como los avances tecnológicos disponibles. La empresa Lincoln Electric, por ejemplo, ha subrayado que las exposiciones deben mantenerse por debajo del valor límite umbral (TLV) o del límite reglamentario más estricto, reiterando su compromiso con la seguridad laboral.
Aunque la reclasificación de la IARC no modifica de manera inmediata los requisitos legales de seguridad y salud ocupacional, es probable que influya en futuras revisiones de los límites de exposición y en la actualización de programas de comunicación de riesgos. Los empleadores deben revisar su capacitación, sus procedimientos de control ambiental y la documentación técnica, incluyendo las hojas de datos de seguridad, para reflejar los hallazgos más recientes.
En conclusión, el reconocimiento de los humos y la radiación ultravioleta de soldadura como cancerígenos representa un llamado a fortalecer la prevención y la cultura de seguridad en las actividades de soldadura. Este avance científico obliga a la industria y a los reguladores a redoblar esfuerzos para proteger la salud de los trabajadores expuestos, priorizando siempre la vigilancia médica, la evaluación de riesgos y la aplicación rigurosa de controles de ingeniería y administrativos.