Los equipos de respiración autónoma (ERA) son dispositivos esenciales para proteger la vida de los trabajadores que operan en entornos donde la atmósfera es deficiente en oxígeno o contiene contaminantes tóxicos. Estos equipos permiten al usuario respirar aire limpio contenido en un cilindro, independientemente del ambiente circundante. Su uso es fundamental en actividades de bomberos, rescatistas, buzos industriales, trabajadores en espacios confinados, plantas químicas, petroquímicas y mineras.
Los equipos de respiración autónoma se clasifican principalmente en dos tipos: sistemas abiertos y sistemas cerrados o de circuito cerrado, dependiendo del modo en que manejan el aire exhalado y el aprovechamiento del gas respirable. Ambos sistemas cumplen la misma función vital —proporcionar aire respirable— pero lo hacen mediante mecanismos de funcionamiento distintos que impactan directamente en su duración, peso, mantenimiento y aplicación específica.
En los equipos de respiración autónoma de circuito abierto, el aire comprimido almacenado en un cilindro se suministra al usuario a través de un regulador y una máscara facial. Tras la inhalación, el aire es exhalado al ambiente. Este sistema es el más común en operaciones industriales y de emergencia, ya que ofrece simplicidad, fiabilidad y facilidad de mantenimiento. La presión de los cilindros suele ser de 200 a 300 bar, con una duración promedio de 30 a 60 minutos, dependiendo del consumo del usuario.
Entre sus principales ventajas destacan la pureza del aire (ya que el gas proviene de cilindros certificados), el bajo riesgo de fallo por recirculación y la compatibilidad con normativas internacionales como la NFPA 1981, EN 137, y los estándares NIOSH/OSHA. Sin embargo, su desventaja principal radica en la limitada autonomía, debido a que el aire exhalado se desperdicia, y el peso adicional del cilindro puede afectar la movilidad en tareas prolongadas.
Estos sistemas se dividen a su vez en dos subtipos:
De demanda positiva, que suministran aire solo al inhalar, evitando la entrada de contaminantes.
De presión positiva continua, que mantienen una ligera sobrepresión dentro de la máscara, ofreciendo máxima protección frente a fugas o atmósferas peligrosas.
Los equipos de respiración autónoma de circuito cerrado, también conocidos como rebreathers, funcionan mediante un sistema de regeneración del aire. El oxígeno es liberado desde un cilindro o generador químico y el dióxido de carbono exhalado es absorbido por un filtro de cal sodada o similar. De esta forma, el gas respirable se recircula, manteniendo un equilibrio entre oxígeno y dióxido de carbono dentro del sistema.
Su principal ventaja es la alta autonomía, que puede superar las tres horas de operación, ideal para rescates prolongados en minas, túneles, submarinos o entornos sin posibilidad de recarga de aire. Además, al no liberar burbujas ni gases al exterior, son usados en operaciones de buceo táctico y rescate subterráneo. No obstante, presentan mayor complejidad técnica, requieren monitoreo continuo de los niveles de oxígeno, y demandan mantenimiento especializado, ya que un fallo en el absorbente o una dosificación incorrecta puede causar hipoxia o hipercapnia.
Estos equipos cumplen normas como la EN 145, la ISO 23269-1 (para aplicaciones marinas), o los estándares MSHA/NIOSH en entornos mineros y de rescate.
El uso de un ERA exige capacitación certificada, conforme a las normas de seguridad industrial y salud ocupacional. Los trabajadores deben conocer los procedimientos de colocación, ajuste, prueba de hermeticidad, comunicación y evacuación, así como las rutinas de inspección antes y después del uso. En México, la NOM-017-STPS-2008 establece que los patrones están obligados a proporcionar y mantener los equipos de protección en condiciones seguras y operativas. Además, los ERA deben someterse a pruebas periódicas de presión, limpieza, y calibración de sus válvulas y alarmas de baja presión.
Un programa de mantenimiento debe incluir:
Verificación de presión y hermeticidad antes del uso.
Reemplazo de absorbentes y limpieza de máscaras después de cada jornada.
Bitácora de servicio con registro del número de serie, modelo y fecha de revisión.
Reentrenamiento anual de los usuarios en el uso del equipo.
Los equipos de respiración autónoma, tanto de sistema abierto como de sistema cerrado, representan una línea de defensa vital frente a atmósferas tóxicas o deficientes en oxígeno. Su selección depende de la naturaleza del trabajo, la duración esperada de la exposición y el entorno operativo. Mientras los sistemas abiertos ofrecen practicidad y facilidad de uso, los cerrados proporcionan mayor autonomía y eficiencia en misiones prolongadas. En ambos casos, la formación continua, la supervisión técnica y el cumplimiento normativo son pilares esenciales para garantizar la seguridad del personal que confía su vida a estos dispositivos.