Las pruebas para las características CRETI implican procedimientos específicos para determinar cada propiedad del residuo. A continuación, se describen en detalle las pruebas de laboratorio utilizadas para cada una de las cinco características:
Objetivo: Determinar si el residuo tiene la capacidad de corroer tejidos vivos o materiales como metales.
Prueba:
Medición de pH: Los residuos con un pH igual o menor a 2 (ácidos fuertes) o igual o mayor a 12.5 (bases fuertes) se consideran corrosivos.
Prueba de corrosión en metales: Se introduce el residuo en contacto con un material metálico específico (como acero o aluminio) y se mide la velocidad de corrosión. Un residuo es corrosivo si la velocidad de corrosión excede los 6.35 mm por año a 55°C.
Objetivo: Determinar si el residuo puede reaccionar violentamente, producir gases tóxicos, o explotar.
Prueba:
Reacción con agua: Se añade agua al residuo para ver si produce calor o gases tóxicos como cianuro o sulfuro.
Pruebas de estabilidad térmica: Se somete el residuo a altas temperaturas para evaluar si se descompone, libera gases peligrosos o genera energía (calor).
Reacción con sustancias ácidas o básicas: Se analiza la reacción del residuo con ácidos o bases para verificar si genera gases peligrosos.
Objetivo: Evaluar si el residuo puede detonar o explotar bajo ciertas condiciones.
Prueba:
Prueba de impacto y fricción: En esta prueba, el residuo se somete a condiciones de impacto o fricción en un ambiente controlado para observar si explota o detona.
Pruebas de confinamiento: El residuo se coloca en un recipiente hermético y se expone a cambios de presión y temperatura para determinar si explota al romperse el confinamiento.
Objetivo: Medir el nivel de toxicidad del residuo para la salud humana y el medio ambiente.
Prueba:
Toxicidad por lixiviación: Se utiliza el Procedimiento de Toxicidad por Lixiviación (TCLP, por sus siglas en inglés) para analizar los contaminantes que el residuo puede liberar en el medio ambiente, especialmente cuando se encuentra en contacto con agua.
Ensayos de toxicidad aguda: Se exponen organismos de prueba, como peces, a bajas concentraciones del residuo en condiciones controladas para evaluar la letalidad.
Bioacumulación: Se estudia la capacidad del residuo para acumularse en organismos vivos, lo cual es importante para evaluar el impacto en la cadena alimentaria.
Objetivo: Determinar la capacidad del residuo para inflamarse o prenderse en llamas.
Prueba:
Punto de inflamación: El residuo se calienta en un vaso cerrado o abierto y se mide la temperatura a la cual se producen vapores inflamables. Si el residuo tiene un punto de inflamación por debajo de 60°C, se clasifica como inflamable.
Prueba de combustión espontánea: Evalúa si el residuo puede prenderse fuego sin una fuente de ignición externa a temperaturas normales o bajo condiciones específicas de almacenamiento.
Las pruebas CRETI son fundamentales para asegurar que el manejo de los residuos industriales siga lineamientos de seguridad y protección ambiental. La clasificación adecuada ayuda a implementar controles de almacenamiento, transporte, tratamiento y disposición final que reducen los riesgos de accidentes y contaminaciones ambientales, alineándose con normas y estándares de seguridad industrial.
Estas pruebas deben realizarse en laboratorios especializados y acreditados (en México ante la EMA), que cumplan con los protocolos técnicos y normativos para garantizar resultados fiables y consistentes.