La sensibilización es una reacción adversa que ocurre cuando una persona, tras haber estado expuesta una o varias veces a una sustancia, desarrolla una respuesta alérgica exagerada a exposiciones posteriores, incluso a dosis muy bajas.
Esta condición no aparece en el primer contacto, sino que se desarrolla con el tiempo, generando una hipersensibilidad adquirida. Una vez sensibilizada, la persona puede tener reacciones graves incluso con niveles de exposición mínimos.
La sustancia provoca una reacción alérgica en la piel tras el contacto.
Síntomas:
Enrojecimiento
Picazón intensa
Inflamación
Ampollas o dermatitis
Ejemplos de sustancias:
Níquel y cobalto
Látex natural
Resinas epóxicas
Colorantes y cosméticos
Conservadores como isotiazolinonas
La sustancia provoca una respuesta alérgica en el sistema respiratorio tras su inhalación.
Síntomas:
Asma ocupacional
Dificultad para respirar
Tos crónica
Opresión en el pecho
Ejemplos de sustancias:
Polvos de madera
Harinas (panaderos)
Isocianatos (industria de pinturas y plásticos)
Anhidrido ftálico
Enzimas y proteínas animales
Las sustancias sensibilizantes representan un riesgo grave en ambientes laborales, ya que la exposición puede llevar a una incapacidad parcial o total para seguir trabajando en ciertas áreas. Por ello, las normas como la NOM-018-STPS-2015 y la NOM-010-STPS-2014 en México exigen:
Identificación y evaluación del riesgo
Sustitución por sustancias menos peligrosas, si es posible
Controles de ingeniería y administrativos
Uso obligatorio de EPP
Vigilancia a la salud del personal
Capacitación sobre riesgos específicos
El Sistema Globalmente Armonizado (SGA) considera la sensibilización como un peligro para la salud humana, y clasifica las sustancias en dos categorías principales: